miércoles, 27 de julio de 2011

Palo Pandolfo en La Gaviota



Palo Pandolfo ofrecerá un concierto en Olavarría en la noche del sábado 30 de julio. El escenario será el del bar La Gaviota de Olavarría. En esta presentación Pandolfo estará acompañado por su percusionista habitual Raúl Gutta, un destacado músico correntino.


Acerca de Palo Pandolfo

Palo Pandolfo es un reconocido cantante, guitarrista y compositor porteño que a lo largo de su trayectoria artística cosechó una incuestionable cuota de prestigio. Le dedicó a la música los últimos treinta años de su vida y le aportó al cancionero popular argentino una enorme cantidad de clásicos desde sus grupos más conocidos: Don Cornelio & La Zona, en la década del ´80, y Los Visitantes, en los años ´90.
En 2008 el artista publicó Ritual Criollo, un disco valioso y de canciones profundas con el que recorre planicies acústicas, ritmos folklóricos y latinos y en el que despliega un caudal poético de exquisita inspiración. La placa obtuvo excelentes críticas de parte de los medios especializados y lo reconfirmó como uno de los pilares de la música popular argentina.
Los colores que revisten las canciones de Pandolfo dificultan el encasillamiento: se desplaza con naturalidad por los valsecitos criollos, la cadencia tanguera, la chacarera, el candombe y hasta ritmos como la bossa nova y la cumbia. Y, por supuesto, es un excelente cantante de rock.
Su carrera solista comenzó en 2001, cuando publicó el disco A través de los sueños. Ese trabajo fue publicado en simultáneo con el nacimiento de su primera hija, y a partir de entonces se puede observar en su obra un perfil más intimista y de mayor calidez.
En el año 2004 Pandolfo editó Antojo, un disco con versiones de temas de Charly García, Radiohead, Bowie, Quilapayún, Silvio Rodríguez, Mano Negra y de Don Cornelio y Los Visitantes.
Actualmente Palo está preparando el sucesor de Ritual Criollo. La placa se encuentra en proceso de preproducción, será coproducida por Goy Ogalde y hay seleccionadas entre doce y catorce de un grupo de treinta canciones puras y de calado artesanal.

Declaraciones recientes de Palo Pandolfo:

“Lo mío es raro, me siento como si fuera Sergio Denis. Yo soy un privilegiado porque hace mucho tiempo me entregué al dolor, me sacrifiqué, entendí que el sacrificio te engrandece y el negocio no, no soy Van Gogh, ya pasé la barrera del suicidio. Si me muero va a ser por causas naturales o por un accidente, pero no me voy a suicidar, eso es seguro. La vida me excita más que la muerte. El mundo es raro ¿porqué nos cuesta tanto un gesto tierno?, qué fácil sería si todos fuésemos más tiernos y buenos los unos con los otros, es como que ya el mundo está acabándose. Hay que estar preparados para el desastre. No se puede estar boludeando con el rock and roll. Mataría que haya un servicio social obligatorio y no que la gente esté boludeando tanto, necesitamos volver a ser una Argentina de la cultura, es la única salida”.

“Es una fortuna haber podido desarrollar una profesión de la cosa más loca y lúdica que hice en mi vida, que es cantar canciones. Es extraño y satisfactorio, y viendo cómo se mueve el mercado de la música hoy, más adhiero a la idea de buscar el placer, lo experimental, la catarsis. Porque lo demás no importa, todo es efímero, como la vida. Yo me propongo vivir y compartir un momento de trascendencia más allá de las formas”.

“Es que el momento de la composición, o cuando la canción sale, pretendo que sea un momento de chispa espiritual, inconsciente, del mundo inmaterial. Prefiero llamarme medium más que compositor, aunque es lo mismo. La música de los ancestros aporta rítmicas que no provienen de un lugar consciente. La locura del hecho creativo aparece poniéndole el pecho a un estado de revelación, que en mi caso aparece con sonidos afrocriollos, con frases rítmicas que anidaron en mí de manera misteriosa, y las dejo fluir”.

“A mi el mercado me hace creer que soy un poeta del rock. Por suerte lo que yo me tengo que tragar es algo agradable y no que soy un re cogedor ni que soy el mejor, sino que soy un poeta, bueno, mató, gracias, gracias por hacerme tragar esa píldora”.

“En mi casa había un Winco, de esos cuadraditos y chicos. Ellas tenían discos de los Beatles. Los primeros recuerdos de mi vida eran cantar “Twist and shout” a los tres años. Me acuerdo que íbamos a la casa de una amiga de mi hermana que vivía al frente y ponían la canción para que yo me ponga loco, la cante y la baile porque yo me enloquecía. Se reían y me aplaudían. Ahí empezó todo (risas). A los seis, en mi casa había un bombo legüero y una guitarra que era de mi hermana Alicia, que no lo tocaba. Empecé con los bombos y los discos de “Los Beatles”. Unas tías me habían regalado una armónica que aún conservo. Era muy linda, de tono mayor, no de blues, sino de folclore con todas las notas del “do” mayor. Empecé a darle un poco a la armónica porque es facilísima, aspiras y suena. La llevé al colegio, la señorita me hizo tocar, todos los chicos exclamaron y me dije “uy, acá hay algo”. Mi mamá que era intuitiva y muy sabia, me mandó a tocar guitarra. Estudié diez años. A los doce ya componía canciones. Me pasé toda la infancia escuchando a “Los Beatles”. Todavía tengo los simples de “Apple” industria argentina del 68 como “Revolution” o “Hey Jude”. Son joyas de la cultura occidental. A los once decidí traducir al castellano “Lucy in the sky with diamonds” con un diccionario “inglés-castellano”. Me preguntaba qué carajo decía porque tenía un surrealismo total. Encima, un amigo me regaló un disco de Aquelarre ya que él lo odiaba. Me dijo “esta porquería no se lo que es, ¿la querés?”. Y me regaló “Brumas”. Es el mejor disco, del 73. A los doce decía: “Mamá mirá lo que dicen estos pibes”. Las letras me volvían loco, no podía creer la poética. Empecé a escribir y no paré más”.

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